sábado, 16 de marzo de 2013

Los recuerdos casi nunca pueden hacerte daño


Ayer hacía 6 años que me lesioné la rodilla en mi pleno apogeo rugbístico (vale, nunca ha sido tal, pero ya iba todo para arriba). Fue un proceso duro que cambió mi forma de afrontar los problemas y me enseñó a relativizar un poco todo… De no ser así, hoy sería un poco más insoportable.

Lo primero fue darme cuenta de que estaba lesionado, y de lo mucho que iba a perderme con la operación. En ese momento de mi vida, el rugby era lo más importante de las cosas menos importantes en la vida, pero no estaba dispuesto a dejarlo así como así… con el tiempo descubrí que, en ese preciso momento, él me estaba dejando a mí…

El seguro privado de mi beca Finnova, hizo que me fuera más fácil operarme. Fue en una clínica privada de Arturo Soria y no fue precisamente bonito. Para empezar el anestesista dijo que una aguja de casi 40 cm no me llegaría para ponerme la epidural… ahí estaba yo, desnudo en una camilla junto a una enfermera y un viejo que decía que necesitaría un taladro para anestesiarme… en fin. Esperé lo que a mí me pareció una eternidad, y al fin pasé al quirófano. Mentiría si dijera que no me dormí (no fruto de la anestesia, ya que no era general), pero las pesadillas me despertaron en medio de la operación. Estaban hurgándome en la rodilla mientras enrollaba la sábana junto a ella… resulta que era mi pierna al fin y al cabo. Menudo moratón…

El día siguiente a la operación no será tampoco recordado por apacible; a los nervios de mi madre y los de Ysa, los intentos de ambas por complacerme y un infructuoso viaje en solitario a los servicios (los 3 metros más largos de toda mi vida), había que sumarle los intentos de un ocupado doctor para que pudiera doblar la rodilla. Aún me sobrecoge pensar lo mucho y fuerte que lo intentaba y cómo las lágrimas caían por mi mejilla, mezcla de impotencia, rabia y dolor. Aludiendo a mi “potente musculatura” el educado doctor excusó que no pudiera siquiera plegar la rodilla unos centímetros… Mi mundo dejaba de girar y empezaba a hacerlo mi cabeza…

La rehabilitación fue durísima, pero ver que poco a poco dejaba las muletas y conseguía plegar la pierna casi en su totalidad (tampoco es que antes fuera una gimnasta), alegraban mis sesiones e iluminaban la meta: volver a jugar. Fueron los 6 meses más deportivamente duros de mi vida. Entre sesiones me escapaba a ver los partidos de mi equipo y quería arrancármelo todo y salir a morir con mis hermanos… La paciencia nunca fue una de mis virtudes.

Fue una inmensa alegría volver a vestirme de corto, volver a placar, empujar en melé, correr, percutir… hasta que un giro en la otra rodilla, un ligero crujido como el de los nudillos, hizo que se me enfriara la sangre. No me había vuelto a pasar lo mismo, era sólo un esguince; pero el miedo se reflejaba en mi rostro mientras mi hermano Jose, con lágrimas en los ojos, me gritaba exigiéndome que dejara de jugar… nunca le había visto tan enfadado… Era el segundo aviso que me daba el rugby, quería cortar conmigo, y no sabía cómo decírmelo…

Han pasado 6 años de todo aquello, y ahora juego partidos de veteranos, algún torneo de playa y partidillos de fútbol sala todas las semanas que puedo. Ayer justo teníamos uno, estrenaba botas y todo iba bien. Un regate largo y un pisotón a Manu… No apoyé del todo por no hacerle daño… Una ligera molestia por no dejarme caer y no apoyar bien… Seguí jugando con molestias, pero al final del partido, ella me hacía recordar que era su sexto cumpleaños y no le había hecho caso.

Esta mañana sigo con molestias y muchos antiguos fantasmas han rondado mi cabeza durante toda la noche. Sé que no es ni un esguince y que el lunes vamos a machacar a los modalios (al menos un golito meteré), pero uno no controla los recuerdos ni los sueños. Menos mal que conservo la rodillera de aquella época y la llevo puesta. Relativizando, en mi nueva rodilla no tengo nada. Los recuerdos casi nunca pueden hacerte daño.

viernes, 8 de marzo de 2013

Algo así como volver a empezar...


Cada día que pasa, me doy cuenta de la suerte que tengo yque voy a tener que dejar de hacer cosas malas, no sea que la pierda toda de golpe…

La última vez que escribí, era el último día que trabajaba en polímeros y desde entonces han pasado algunas cosas importantes en mi vida... Por cierto: ¡Feliz cumpleaños madre!

Para empezar, he cambiado de hogar. Atrás quedan las barbacoas y las escaleras de la calle Jaén, los paseos por la calle Orense que Ysa daba a Turco y mi calle Bravo Murillo. Siempre he vivido cerca de esa calle, desde que llegué a España… Ya era hora de cambiar…

La primera vez que subí las escaleras que deban acceso al piso, me alivió ver que eran muy pocas y teníamos ascensor; un pasillo largo, y ¡Zas!... ¡Escaleras dentro de casa!... Bueno, así no las echaría de menos (Las escaleras son mi sino, habrá que ver el tipín que gastamos el verano que viene)…La zona era desconocida para mí, pero parecía un barrio bastante tranquilo, con mucho parque para Turco y con el metro en la puerta de casa. Hubo que verlo una segunda vez, y una tercera… pero igual que en la calle Jaén, me encantó que ambos tuviéramos claro que ese sería nuestro hogar… el hogar de la décima…

Aunque la mudanza fue una de las cosas más traumáticas por las que Ysa y yo hemos pasado (gracias pequeña),  parece que ahora puede darse “casi” por terminada… Las primeras chapuzas y demás las hice en casa en mi condición de parado. Pero, como otras veces, poco a poco se me iba cayendo la casa encima. Nargy siempre ha sido un salvavidas para mí en tiempos de inactividad de mi “segundo trabajo”… Ésta vez no ha sido distinto,y la aventura del mundial de Balonmano, merece una mención aparte…

Casi había olvidado la primera vez que mi hermano me comentó algo de un trabajillo de un par de semanas en su oficina, unas perrillas extra, más días cotizando… Casi un mes después, cuando empezaba  a organizarme para ir al gimnasio, una llamada por la noche me avisaba de mi horario a partir del día siguiente…Bueno, van a ser sólo 2 semanas…

Casi 5 semanas después, me sorprendió la noticia de que debía dar por terminada mi relación laboral con ModdoGroup… Ya me había acostumbrado al humor de Quique, los despistes de Sonia, la amabilidad de Edgar, la confianza de Ángel, las bromas con Javi y el inminente retorno de Alvarito… A Alicia, José Antonio, Luis, Bernard, Arturo…. Los martes gastronómicos…Pero sobre todo la conexión con Barajas… mira que encontrar a mi alter ego en ModdoGroup…

El lunes fue un día triste sin tener que madrugar, pero, igual que la primera vez, una llamada nocturna me avisaba de que tenía que volver, con un contrato de 3 meses… No sé si durará mucho más, pero lo que es seguro es que es el comienzo de una bonita amistad… ¡Ah, sí!, y de un trabajo que me gusta y donde hay muy buen ambiente… Sigo teniendo suerte a pesar de todo…

Sé que me va a costar dejar los vicios y las maldades que elucubra mi cabeza… Pero si no quiero que acabe mi suerte, debo hacerlo, no sea que me la devuelva el Karma. 

Ahora solo queda escribir una nueva página de mi vida laboral... algo que hasta ahora no había hecho (al menos profesionalmente)... Otro cambio... Es algo así como volver a empezar...