lunes, 9 de noviembre de 2009

La niña más dulce de reina Victoria... Vane

La primera vez que mi padre vino a España, mi hermana Vanessa no tenía mas de un mes. A él le habían ofrecido una buena beca y decidió no dejar pasar esta oportunidad... Ya desde entonces se veía que iba a ser un estupendo médico y que sus cualidades serían pulidas en el extranjero, aunque el precio fuera tan alto como dejar a su familia en Perú... Pero fué por poco tiempo.

Siempre que recuerdo algo de cuando ella era pequeña, tengo en mi cabeza grabada la imagen de la anécdota del perro. Fue ya en Madrid, y no creo que ella llegara a los tres años...

Caminábamos por el antiguo paseo de la calle Reina Victoria, en una de esas idílicas tardes de Domingo en el salíamos con mis padres a caminar (si, con los dos... no, no es un error, estaban los dos...); ella se aventuró delante del grupo, en lo que creo que era de las primeras veces que caminaba, con los pasitos tan cortos y tan rápidos que parecía que caería de un momento a otro...

En mitad de su frenético paseo vio a un perro. No recuerdo bien si el perro estaba atado en un banco, o con su dueño, el caso es que vi a mi hermana ir directa hacia él con una sonrisa de oreja a oreja... El perro le devolvió la sonrisa con tres fuertes ladridos, supongo que sin maldad ni rabia, pero extraños para una niña pequeña. No dejó ni por un segundo de andar, ni siquiera cambió su ritmo frenético... solo varió su trayectoria, giro 180º y volvió hacia mis padres llorando, asustada... a nosotros nos resultó cómico... supongo que a ella no.

Desde muy pequeña siempre fue cariñosa y de trato fácil, lo que hizo que mi madre la llamara dulce... ¡Ay! pobre ilusa, la pequeña "dulce" se ha convertido en toda una mujer con el carácter propio de haber compartido la vida con tres zánganos como hermanos mayores (fuerte, pero aun así, dulce); sigue teniendo ese trato fácil (es cuestión de saberlo buscar), pero se mantiene firme es sus decisiones... Tanto que a veces se puede pensar que es intransigente o egoísta... no es así, algunas cosas seguro que les cuesta decidirlas, pero hace lo que ella considera justo (e incluso a veces necesario para no parecer débil). Le ha costado mucho llegar a donde está y no quiere que todo ese esfuerzo sea en "vano" (jeje). Yo admiro su determinación y se que tiene un corazón que no le cabe en el pecho...

Siempre que hablo con ella, recuerdo porque mi madre sigue llamándole "dulce"... seguro que aquel perrillo ya no está entre nosotros, pero aun se arrepiente de haber ladrado y asustado a, posiblemente, la niña más dulce de Reina Victoria...