miércoles, 4 de enero de 2012

Cuando parece que nadie escucha...

Hace poco que empecé ésta aventura. Si, son sólo 12 meses, pero fue menos tiempo trabajando en la Complutense y tengo grandes amigos de todo aquello. Cuando parecía que nadie escuchaba lo que me estaba pasando, volví a ser quien era. Pero todo eso no es lo importante... Lo importante es todo lo que ha pasado hasta éste momento...

Vuelve a sonar el teléfono (otra vez), aquella noche me acosté tarde, pero intentaba no tener por costumbre quedarme en la cama pasadas las 10 de la mañana. Era Ysa. Siempre es ella y me alegro que así sea.

Casi todas las mañanas desde que terminé mi contrato JAE, Ysa aumentaba su ya de por si excesiva carga de trabajo, con una pequeña búsqueda de uno para mi. Mientras me contaba lo que había encontrado, yo pensaba en pedidos de chuches y bebidas (quedaban pocos días de sol para vender en el kiosco, y no quería quedarme sin género).

Una vez revisado el documento enviado por mail y visto el corto plazo de presentación de solicitudes, surgió en mí la duda de siempre: seguro que ya tienen a alguien para el puesto y sólo van a hacer el paripé. Aun así decidí seguir adelante y prepararme el examen (tampoco me mataba a estudiar) y que sea lo que tenga que ser... Llevaba un libro enorme de un curso de materiales poliméricos que hice en la politécnica hacía ya 3 años, junto a la comida del día, en la mochila del kiosco, con el talonario, algunas facturas, agendas, etc... Lo único que no llevaba era un poquito más de Fe, pero de eso tenía ya bastante en casa.

No es que me interrogara sobre lo que había estudiado (ni me tomara la lección), pero Ysa me preguntaba qué había leído hoy, asegurándose que algo había leído... Así durante días, hasta el día del examen; que curiosamente había cambiado el día anterior de hora y localización (otra vez la dichosa duda... pero tenía sentido, ¿no?) y de no ser por Ysa, no me habría enterado. Las preguntas no parecían difíciles, pero tampoco eran elementales: un poco de química, otro poco de ensayos físicos, algo de seguridad laboral... No se si fue mi seguridad al contestar o la conciencia de ignorar lo que no sabía, pero terminé muy deprisa... casi sin darme cuenta estaba llegando a casa cuando me llamó Ysa para darme el notición: la segunda mejor nota.

Ya sólo quedaba la evaluación de méritos y las constantes visitas a la secretaría central del CSCI con documentos, contratos, cursos, alegaciones... a veces es bueno resaltar un poco: te recuerdan y te ayudan con consejos sobre cómo presentar tal o cual papel. Una semana después, obtuve la máxima puntuación en los méritos, sumados a mi nota del examen me situaban en el primer lugar para ocupar la plaza de un año por pre-jubilación del señor Pedro... Sólo una semana más de espera... ninguna reclamación ni protesta (bajaron los brazos, lo que me decía la dichosa duda)... y casi sin darme cuenta, ya era oficial. Había superado una pequeña oposición, volvía a tener trabajo.

Hacía mucho que no lloraba así. Ysa era muy feliz (es gran responsable de todo esto), mis hermanos y mi madre me felicitaron y se alegraron por mi (siempre creyeron en mi), incluso mi padre pegó un grito de alegría a las 6:00 de la mañana cuando le llamé para contárselo. Mis amigos dijeron que lo merecía y, por fin, disipé esa duda que me atrapó desde el principio: No era un paripé, no estaba dada la plaza, era para mí...

El reflejo de la ventana debe ser precioso, pero los trozos de tela que hacen de cortinas fulminan cualquier posibilidad de verlo, el despacho es pequeño y mi ordenador va a pedales, pero nada de eso importa. Trabajo de nuevo en el CSIC, aumento mi currículum y doy un nuevo paso a mi estabilidad.

Cuando parece que nadie escucha, hay que subir la voz y dirigirte a quien te presta atención siempre, a quien te puede sacar del fondo del pozo... Tú. El apoyo de tu familia y tus seres queridos es fundamental, pero quien se tiene que mover eres tú mismo, nadie lo puede hacer por ti. Espero no haberlo aprendido demasiado tarde y escucharme, cuando parezca que no lo hace nadie más.