jueves, 21 de mayo de 2015

"Mi padre trabaja en un laboratorio"

Cuando recibí la carta, pensé que todo se solucionaría tarde o temprano. Incluso creí que la influencia de mis compañeros haría entrar en razón a la institución, incluso al gobierno que ahogaba la investigación a base de recortes. Nunca había estado tan equivocado, y mira que me he equivocado veces. Buscaba una caja de folios vacía para meter los cacharros que acumulé durante ese año. Las vivencias y la amistad de aquellos tiempos me las llevaba dentro, en la caja apenas cabían cosas…

No me rendí, y después de aquello seguí trabajando, pero en otras actividades que requerían cualidades distintas a las que había desarrollado estudiando (no me equivoco cuando digo que innatas, en la mayoría de los casos): Atención al cliente a nivel telefónico, soporte técnico informático, venta de grandes obras literarias, venta de luz y gas, venta de LED, venta telefónica de tarjetas y de lotería… Todo lo que fuera necesario, había que aportar de una manera u otra y, siendo sinceros, trabajo relacionado con mis estudios había poco o muy poco…

No digo que me cansara, pero semana tras semana las plazas a las que optaba eran ocupadas por personas que actualmente pertenecían ya a la institución, para quienes se había diseñado la plaza. Era frustrante y desalentador, pero al menos no estaba en casa mano sobre mano. Me volqué en Nargy, en los eventos y en lo que sabía que podía hacer… Sólo esperaba una oportunidad…

No se las veces que rehíce el currículum, ni los cursos que, de una manera u otra, hacía para seguirme formando. Todo eso quedó en un segundo plano con la llegada de Gonzalo a nuestras vidas, pero la necesidad de trabajo (y lo que conlleva) crecía por momentos. Nadie me lo exigía, era yo mismo quien se obsesionaba con lo que había, lo que tenía que haber y lo que habrá… Pero por encima de todo tenía una idea en la cabeza, ¿Qué diría mi hijo cuando le preguntaban cómo se ganaba la vida su padre? La respuesta no era fácil…

Se podía expresar de muchas maneras, ninguna deshonrosa, pero no era lo que quería que mi hijo recordara de mi… Podría decir que su padre es comercial, pero es una verdad a medias, su padre sale por la mañana a pasear por las calles y llamar a puertas de desconocidos a venderle productos que no necesitan o sustituir aquellos que ya tiene sin decirles que, posiblemente no se ahorren tanto dinero como creen… Podría decir que mi padre tiene un comercio, pero lo cierto es que es un kisoco de helados donde se tira horas sin vender nada y come más de lo debido… Mejor sería que no dijera nada de la venta por teléfono de su padre, a fin de cuentas fue una experiencia breve y no sé si repetiría a no ser por necesidad…

Pero algo cambió. Fue una de esas cosas que no te esperas. No pude ir a uno de esos partidos en el Bernabéu porque estaba volviendo del Algarrobico ese domingo por la mañana. En ese partido se gestó todo. Mi hermano habló con María y ella le pidió mi currículum. Una semana después me llamaron para una entrevista y me escapé del trabajo para poder ir. Dos días después, mientras atendía una llamada, sonó el móvil. Había superado la entrevista, querían que trabajara allí. Nunca podré darle las gracias a María, pero ella sabe que ocupa un lugar importante en la felicidad que siento ahora.


Días después me incorporé a los laboratorios Normon, en Tres Cantos. De momento estoy por la mañana, estoy aprendiendo lo necesario para desarrollar independientemente mi trabajo y estoy muy contento. Después de 3 años, vuelvo a sentir todo lo que he estudiado ha valido para algo. Ya no me preocupa lo que conlleva la necesidad de trabajo, vuelvo a sentirme útil. Pero lo más importante es que, seguramente si todo va bien (y me esforzaré para ello), Gonzalo responderá más claramente a la pregunta de a qué se dedica su padre: “Mi padre trabaja en un laboratorio”