jueves, 15 de octubre de 2015

Vamos a por 15 años más...

Puede que no lo recuerdes, pero lo primero que te dije después de nuestro primer beso, casi lo tuve que repetir, porque no se me oía y estuve a punto de tartamudear... 

La mañana de ese día, la comenzaba con dudas, no sabía si volverías a hablarme después de lo que no pasó el día anterior, o es que yo no supe interpretar las señales... Pero sonó el teléfono y mi corazón dio un vuelco, viniste a verme, trajiste el avión morado, y el resto es historia...

¿Nunca pensaste que cuando se dice "el resto es historia" se salta uno los detalles? Pues quiero que sepas que yo soy muy fan de los detalles, sobre todo en nuestra historia. Los pequeños detalles han hecho de nosotros lo que somos, y de nuestra manada, el mejor lugar donde estar a salvo...

Fue un detalle, tus pendientes, lo primero que me hizo fijarme en ti... Su balanceo y tu forma de llevarlos me hipnotizaron hasta el punto de no reaccionar y quedarme, por primera vez en mi vida, sin palabras...

Fue un detalle, una carta, lo que me hizo adorar la forma que tienes de contar lo que siente tu corazón, sorprendiéndome por cómo podías usar las palabras para expresar sentimientos que no se pueden describir... Sabía que mucha gente lo hacía mejor que yo, pero ignoraba que estuviera tan cerca de mi...

Detalle muy significativo fue que no te enfadaras con Turco por comerse tus zapatillas cuando te descalzaste en casa... Siempre tuvo un don especial para descubrir el límite de la paciencia de los que convivimos con él... Pero sin él, nada sería lo mismo...

La pajarita fue uno de los primeros de los muchísimos detalles preciosos que tuviste conmigo, fue reconfortante y demostró todo lo que harías para que yo esté bien. Desde ese día no has dejado que me pase nada y es agradable sentir que te protegen para variar... Siempre que te necesito estás, y eso no tiene precio...

Me has seguido en todas mis locuras, obviando los detalles que podían echarme atrás, sabiendo incluso que eran causa perdida, me apoyaste como sólo lo hace quien te quiere como algo propio. Esos detalles me unieron más a ti, tanto que descubrí que nada podría interponerse entre nosotros.

Tengo un reloj en la muñeca, es mucho más que un detalle, y sabes que me encanta... A pesar de que muchos otros esperan su momento, el que me regalaste sigue conmigo, desafiando al tiempo, las reparaciones y la moda... Mirarlo cada día hace que recuerde la suerte que tengo de haber descubierto la felicidad contigo y seguir sintiéndola y sintiéndote a mi lado como si se hubiera detenido el tiempo...

El vértigo que tuvimos cuando encontramos el piso donde nos iríamos a vivir juntos... Ahí los detalles se multiplicaron por mil, descubrí que la convivencia es difícil solo si no das con la persona adecuada... Eso nos empujó a un proyecto mayor: dimos el paso y buscamos nuestro hogar. Nada hubiera sido posible sin tu constancia y sin esa palabra exacta en el momento preciso... 

Podría seguir toda la noche. Ya son las doce de la noche, ya es 15 de Octubre de 2015... Hoy, hace 15 años, pasaste por el kiosco a hacerme la visita que cambiaría nuestras vidas. ¡Cómo me alegro de haber tenido allí solo una silla y haber hecho volar el avión morado!...

Desde entonces hemos cambiado, pero en esencia somos los mismos críos con las mismas ganas de cambiar el mundo y ser felices para variar... Tanto que ahora un pequeño detalle de 4,100 kg. al nacer, ha cambiado nuestras vidas. Hace un año de su llegada y ya es el rey de la casa, impone su "Gonzalato absolutista" sin restricción de horario o límite de paciencia... Pero no cambiaba ni un detalle de estos 15 años, donde aprendí tanto de ti, que estoy seguro que si me besaras de nuevo por primera vez, diría las mismas palabras, pero esta vez en voz alta y sin tartamudear... O al menos lo intentaría. 

Te quiero Ysabel. Vamos a por 15 años más. 

jueves, 21 de mayo de 2015

"Mi padre trabaja en un laboratorio"

Cuando recibí la carta, pensé que todo se solucionaría tarde o temprano. Incluso creí que la influencia de mis compañeros haría entrar en razón a la institución, incluso al gobierno que ahogaba la investigación a base de recortes. Nunca había estado tan equivocado, y mira que me he equivocado veces. Buscaba una caja de folios vacía para meter los cacharros que acumulé durante ese año. Las vivencias y la amistad de aquellos tiempos me las llevaba dentro, en la caja apenas cabían cosas…

No me rendí, y después de aquello seguí trabajando, pero en otras actividades que requerían cualidades distintas a las que había desarrollado estudiando (no me equivoco cuando digo que innatas, en la mayoría de los casos): Atención al cliente a nivel telefónico, soporte técnico informático, venta de grandes obras literarias, venta de luz y gas, venta de LED, venta telefónica de tarjetas y de lotería… Todo lo que fuera necesario, había que aportar de una manera u otra y, siendo sinceros, trabajo relacionado con mis estudios había poco o muy poco…

No digo que me cansara, pero semana tras semana las plazas a las que optaba eran ocupadas por personas que actualmente pertenecían ya a la institución, para quienes se había diseñado la plaza. Era frustrante y desalentador, pero al menos no estaba en casa mano sobre mano. Me volqué en Nargy, en los eventos y en lo que sabía que podía hacer… Sólo esperaba una oportunidad…

No se las veces que rehíce el currículum, ni los cursos que, de una manera u otra, hacía para seguirme formando. Todo eso quedó en un segundo plano con la llegada de Gonzalo a nuestras vidas, pero la necesidad de trabajo (y lo que conlleva) crecía por momentos. Nadie me lo exigía, era yo mismo quien se obsesionaba con lo que había, lo que tenía que haber y lo que habrá… Pero por encima de todo tenía una idea en la cabeza, ¿Qué diría mi hijo cuando le preguntaban cómo se ganaba la vida su padre? La respuesta no era fácil…

Se podía expresar de muchas maneras, ninguna deshonrosa, pero no era lo que quería que mi hijo recordara de mi… Podría decir que su padre es comercial, pero es una verdad a medias, su padre sale por la mañana a pasear por las calles y llamar a puertas de desconocidos a venderle productos que no necesitan o sustituir aquellos que ya tiene sin decirles que, posiblemente no se ahorren tanto dinero como creen… Podría decir que mi padre tiene un comercio, pero lo cierto es que es un kisoco de helados donde se tira horas sin vender nada y come más de lo debido… Mejor sería que no dijera nada de la venta por teléfono de su padre, a fin de cuentas fue una experiencia breve y no sé si repetiría a no ser por necesidad…

Pero algo cambió. Fue una de esas cosas que no te esperas. No pude ir a uno de esos partidos en el Bernabéu porque estaba volviendo del Algarrobico ese domingo por la mañana. En ese partido se gestó todo. Mi hermano habló con María y ella le pidió mi currículum. Una semana después me llamaron para una entrevista y me escapé del trabajo para poder ir. Dos días después, mientras atendía una llamada, sonó el móvil. Había superado la entrevista, querían que trabajara allí. Nunca podré darle las gracias a María, pero ella sabe que ocupa un lugar importante en la felicidad que siento ahora.


Días después me incorporé a los laboratorios Normon, en Tres Cantos. De momento estoy por la mañana, estoy aprendiendo lo necesario para desarrollar independientemente mi trabajo y estoy muy contento. Después de 3 años, vuelvo a sentir todo lo que he estudiado ha valido para algo. Ya no me preocupa lo que conlleva la necesidad de trabajo, vuelvo a sentirme útil. Pero lo más importante es que, seguramente si todo va bien (y me esforzaré para ello), Gonzalo responderá más claramente a la pregunta de a qué se dedica su padre: “Mi padre trabaja en un laboratorio”